Geishas sin empleo


Geisha significa «Persona de las artes» o «Artista»

Las geishas son artistas en Japón que realizan bailes tradicionales y tocan música en fiestas y reuniones de restaurantes exclusivos.
Existían unas 40 mil geishas en ese país a mediados de la década de 1950, pero actualmente quedan unas mil. Su declive es atribuido a una pérdida de interés en las artes tradicionales y el surgimiento del karaoke y de otras formas de entretenimiento.
La antigua capital Kyoto es el centro de la actividad, pero también existen unas 300 geishas en el distrito de Tokio, y unas 230 en el balneario de Atami, al oeste de Tokio.

Los siguientes son algunos datos sobre la profesión:

Entrenamiento

En el pasado, las niñas podían convertirse en aprendices de geishas desde los 13 años, pero actualmente es ilegal hacerlo antes de los 18, excepto en Kyoto, donde una chica puede comenzar a los 15 años.

Las aprendices solían trabajar por varios años antes de convertirse en geishas, pero debido a que ahora muchas mujeres se unen al oficio a sus 20 años, usualmente comienzan como geishas.

Son sometidas a un riguroso entrenamiento en instrumentos clásicos como el shamisen de tres cuerdas, la flauta y el tambor. También toman lecciones en danza tradicional, música y la ceremonia del té.

Otras destrezas que deben ser dominadas incluyen entretener a invitados con conversaciones ligeras. Las geishas están obligadas por una ley de palabra a no revelar detalles de sus conversaciones con clientes, entre los que figuran políticos y ejecutivos.

Vestimenta

Usan maquillaje blanco en todo su rostro, con lápiz labial rojo y algo de color rojo alrededor de los ojos. La base blanca cubre la cara, el pecho y el cuello, aunque la parte superior de la nuca se deja descubierta con una forma de W.

Las aprendices se visten de manera más elaborada que las geishas mayores, con kimonos largos y coloridos. A medida que pasan los años, usan diseños más apagados y ya no utilizan el maquillaje blanco, salvo en ocasiones especiales.

Origenes

El oficio tiene sus orígenes a mediados del periodo Edo (1603-1867) cuando las geishas entretenían a hombres que llegaban al distrito rojo de Yoshiwara, en Tokio. La prostitución era legal en la época, pero la profesión de geisha estaba claramente diferenciada de la de la prostituta.

En el pasado también existían geishas masculinos. Los hombres, llamados “portadores de tambor”, eran unos 470 a mediados de la década de 1930, pero sólo quedan cuatro.

Actualmente, realizan actos de comedia y música de shamisen entre las presentaciones de las geishas.

Mientras que en el pasado las geishas tenían patrocinadores que pagaban su entrenamiento y kimonos, ocasionalmente convirtiéndolas en sus amantes o esposas, la mayoría vive actualmente de forma independiente con modestos ingresos.

Anciana geisha mira al futuro para preservar el pasado

Con su rostro lleno de arrugas por la edad y problemas de audición, Kokin, de 98 años, se siente orgullosa de haber dedicado su vida a ser una geisha, agasajada por los hombres por su encanto, inteligencia y belleza.

Pero la geisha más anciana del mundo también añora la época antes de la Segunda Guerra Mundial cuando los distritos de geishas de Japón cobraban vida en cuanto caía el sol y las mujeres vestidas con kimonos de seda se dirigían en calesas a los restaurantes ryotei.

Allí las geishas entretenían a hombres acaudalados en fiestas que duraban hasta altas horas de la madrugada.

Actualmente, las calles de los distritos de geishas están en silencio en las ciudades japonesas repletas de letreros de neón, donde la vida nocturna se desarrolla más en discotecas, cabarets y karaokes, dejando a las geishas sumidas en la nostalgia y desempleadas.

“La gente me solicitaba aunque fuera sólo por una hora”, recordó Kokin, quien prefiere que la llamen Kokin neesan (hermana mayor) y cuyas fotografías inundaron los periódicos de Japón cuando cumplió 98 años en septiembre.

En extinción

Una crisis económica en la década de 1990 obligó a los hombres de negocios a recortar los gastos en entretenimiento, mientras que prominentes escándalos en años recientes hicieron que los políticos evitaran derroches excesivos.

Una cena puede costar unos 80 mil yenes (unos 730 dólares) por comensal, dependiendo del lugar y del número de geishas presentes.

Alarmados porque las geishas se encaminan a la extinción, grupos comunitarios de Tokio y compañías de viaje comenzaron a hacer más accesible el entretenimiento en una tendencia ya vista en Kyoto, antigua capital de Japón y centro de la profesión.

En Kagurazaka, en el centro de Tokio, una organización sin fines de lucro comenzó a ofrecer actuaciones de geishas dos años atrás, un hecho impensado en un barrio donde las geishas eran casi nunca vistas y permanecían tras las puertas del ryotei!.

“La tradición de la geisha sobrevivirá dentro del ryotei para las personas que están dispuestas a pagar precios altos”, comentó Keiko Hioki, vicepresidente del grupo Ikimachi Club.

“Pero para preservar el mundo de la geisha como parte de nuestra cultura, es mejor que sea conocido para el público en general”, añadió.

Sorpresivamente, las actuaciones son populares entre las mujeres y el distrito está ahora abierto a turistas extranjeros.

Abriendo puertas

Los ryotei también están presionados para cambiar.

Los restaurantes, con jardines adornados con rocas, raras obras de arte y exquisitas vajillas, han preferido tradicionalmente sólo a los onajimi-san, o clientes habituales. Pero al igual que le sucede a las geishas, su negocio se ha vuelto lento y no rentable.

Sakurajaya, un ryotei de 64 años del distrito Mukojima en Tokio, comenzó a recibir a grandes grupos de turistas en 2002, llevados por el agente de viajes Hato Bus.

Con un grupo de 30 turistas, se puede disfrutar de una cena con seis geishas por menos de 10 mil yenes.

“Anteriormente no hacíamos nada y los clientes estaban a nuestras puertas. Solíamos decidir quién entraba. Ya no. Ahora ingresa todo el mundo”, comentó Kazuko Amemiya, propietario de Sakurajaya.

El lugar también utiliza su sitio de internet para reclutar nuevas geishas, aunque las jóvenes que se unen a la profesión pueden esperar una vida sin glamour, de riguroso entrenamiento en danza, instrumentos clásicos y la ceremonia del té.

Algunos puristas están aterrados de sólo pensar en los cambios, como las geishas actuando para grupos de turistas.

Pero para Kanae, una geisha del distrito Asakusa en Tokio, salvar la profesión es más importante que sólo preservar las artes tradicionales.

“En nuestro mundo permanece lo mejor de Japón. Por lo tanto, yo espero que más personas, japonesas y extranjeras, vengan a experimentarlo”, agregó. (Reuters)